“Los que quieren ganar plata a costa de la devaluación y del pueblo, van a tener que esperar a otro gobierno“, decía Cristina a mediados de 2013.
Meses antes, el entonces secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, pronosticaba: “No es descabelladopensar que el dólar pueda cerrar 2013 cerca de los $6″.
Si bien en su momento esta cifra parecía exagerada, lo cierto es que la cotización de la divisa estadounidense fijada por el Banco Central cerró en diciembre a $6,53.
Un precio todavía más elevado, incluso, que el estipulado por el equipo económico al establecer el Presupuesto 2013, en el que se daba cuenta de un valor promedio de $5,10.
En resumen, el dólar oficial avanzó más del 32% en los últimos 12 meses. Una tasa de devaluación que marcó un alza para el billete verde superior a la de la última década. En efecto:
• Desde enero de 2003 hasta comienzos de 2013 pasó de $3,36 a $4,92 ($1,56)
• Sólo este año subió desde los $4,92 hasta los $6,53 ($1,61).
En tanto, el dólar blue cotizó en la última jornada de diciembre en los $10, por lo que subió en el año un 47%, unos tres puntos porcentuales por sobre el alza registrada en 2012.
Esto, pese a la presión que ejerció el Gobierno para frenar su escalada e intentar achicar la brecha cambiariacon el billete oficial, que en la actualidad se sitúa en torno al 53%.
Una de las intenciones que tuvo el Ejecutivo al acelerar la devaluación fue la de disminuir la distancia que separa el precio de la divisa fijada por el BCRA respecto al dólar marginal, que llegó a tocar el 100% en mayo, cuando cotizó a $10,45.
Cabe destacar que el valor del informal tiene su propia dinámica, en base a las expectativas del mercado que considera -entre otros factores- las medidas tomadas por las autoridades, como por ejemplo la profundización del cepo cambiario y las consecuencias del nuevo recargo del 35% sobre las compras con tarjetas en el exterior y paquetes turísticos.
Ante cada anuncio del Gobierno para controlar y frenar la salida de dólares, el blue suele pegar un salto en su cotización.
Por lo pronto, el llamado “dólar turista” (oficial más 35%) cerró el 2013 a $8,81, lo que marca una distancia del 13,5% respecto del valor del paralelo.
Asimismo, la plaza cambiaria toma como referencia a otro indicador clave que es el precio teórico, de “cobertura” o de convertibilidad, que surge de dividir las reservas por el total de pesos en circulación.
Este indicador arroja una cifra de casi $12, según los últimos datos de la entidad monetaria. En buen romance, un82% más caro que el precio al que cerró el billete oficial en 2013.
Acelerador a fondo
Tal como diera cuenta iProfesional, el cambio de estrategia oficial de acelerar la tasa devaluatoria también tieneotro objetivo, que si bien comenzó a esbozarse a partir de julio de este año, se profundizó con las últimas correcciones.
Es el de mantenerse en carrera cambiaria frente al resto de las monedas de la región. En particular con el real de Brasil, a efectos de no perder competitividad.
En tal sentido, el peso argentino terminaría el año ocupando el segundo lugar en cuanto a devaluación nominal (32%) superado sólo por el bolívar de Venezuela (46%).
Sin embargo, la situación es bien distinta si se consideran las devaluaciones reales (es decir, contemplando la inflación).
Es que como la Argentina tiene un elevado índice, el alza del dólar -para que el peso argentino gane competitividad- termina licuándose.
En efecto, si se toman en cuenta los niveles de inflación de cada país se observa que -pese a la mayor tasa devaluatoria impuesta por el Banco Central argentino- la moneda local quedó nuevamente rezagada con respecto a la mayoría de las divisas, en particular con el real brasileño y el peso chileno.
Al respecto, Argentina devaluó 32% en términos nominales pero el efecto “real” ha sido apenas del 3,9%, por la alta inflación.
Brasil, en cambio, hizo subir al dólar nominalmente la mitad (15,3%), pero logró mejorar la competitividad de su moneda en algo más del doble (9%).
El foco en 2014
En líneas generales, los departamentos de análisis económico de los grandes bancos internacionales coinciden en pronosticar un dólar que se ubicará entre los $8,50 y los $9,00 para 2014.
Estas cifras llevan implícitas una tasa devaluatoria de entre el 35% y el 45% (ver cuadro).
Cabe destacar que el último informe de la prestigiosa consultora internacional LatinFocus se hizo a mediados de noviembre y cada entidad partió de un tipo de cambio proyectado distinto para finales de diciembre.
El pronóstico más alcista lo efectuó el banco JP Morgan, ya que sus analistas estiman que por la devaluación el tipo de cambio oficial se ubicará en los $9,20 para fines de 2014.
Si se comparan las estimaciones de los economistas locales con las de compañías internacionales, es evidente que estas últimas tienen un diagnóstico de mayor repunte, ya que los primeros fijan un techo para la devaluación del orden del 40% (ver cuadro).
Como se desprende del cuadro, los precios para fin de 2014 se establecen en un rango que va desde los $8 a los 8,70.
En el caso del estudio que dirige Orlando Ferreres, su director, Fausto Spotorno, hace referencia a un tipo de cambio de $8,57 y a una tasa devaluatoria cercana al 40% anual.
“Preveíamos que se iba a comenzar a depreciar con más fuerza a partir de enero o febrero, cuando muchos argentinos están de vacaciones. Pero se adelantaron los tiempos con el cambio de mando en el Banco Central”, afirmaba días atrás el analista a este medio.
El gran interrogante a partir de ahora es hasta qué punto se podrá sostener la aceleración de la tasa devaluatoria sin que ello genere un efecto contagio en la inflación y, finalmente, termine por neutralizar aun más la competitividad que se busca recuperar.
“Anticipábamos que el Gobierno, pasadas las elecciones, iba a acelerar el ritmo. Pero también creemos que de no moderar la tasa en los próximos meses, el alza del dólar oficial tendrá impacto en la inflación”, remarca el analista Camilo Tiscornia.
Existe consenso entre los economistas consultados por iProfesional de que en 2014 la suba de precios pegará un nuevo envión y que, lejos de bajar del 25%, incluso trepará unos puntos más.
“Estimamos que estará más cerca del 30% porque se estará devaluando más rápido y por el impacto de algúnajuste tarifario, además del aplicado al transporte automotor. Quizás se produzca a partir de enero, que es un mes tradicional para ello”, afirma el analista Gastón Rossi, de LCG.
Desde el estudio de Orlando Ferreres coinciden: “Si todo sigue así, la inflación puede ´raspar´ el 30% en 2014 con crecimiento bajo de la actividad económica”.
La gran batalla del blue
Desde el punto de vista del Gobierno, habrá un criterio claro para juzgar si el nuevo recargo de 35% al “dólar turista” resultará exitoso. Y es la medida en que contribuya a que la caída de reservas por la ventanilla del turismo pierda intensidad.
Y hay un factor clave para que esto ocurra -o para que se repita el fracaso de las dos veces anteriores- que estará dado por el comportamiento del dólar blue.
En definitiva, lo que mueve a los argentinos a pasar sus vacaciones fuera del país es la sensación de que el Gobierno les “subsidia” parte de su estadía.
Al pagar el pasaje y sus gastos con tarjeta al tipo de cambio oficial más el recargo del 35%, la cuenta es fácil de hacer, y todos la efectúan de manera intuitiva: mientras su costo siga siendo bastante menor al del blue, los argentinos seguirán sintiendo que hay incentivos para viajar.
En los últimos meses, allá por noviembre, un dólar de $6 más el recargo de 20% llevaba al “dólar turista” a $7,20, contra un paralelo que rondaba los $10.
De manera que, para que esta percepción varíe en el sentido que el Gobierno espera, la diferencia entre el“nuevo dólar turista” y el billete informal tiene que desaparecer o hacerse muy pequeña.
Pero ello sólo se logrará si puede mantener al blue bajo control.
Si en enero éste llegase a escalar, por ejemplo, hasta los $12, entonces el efecto del 35% volverá a ser neutro y el Gobierno habrá fracasado.
Es la gran batalla que está disputando el nuevo equipo económico. Y, por cierto, no es una pelea sin costo: implica la venta de bonos dolarizados de Anses -a veces a precios inferiores a los de mercado- con el objetivo de reducir el precio de referencia del dólar de “conta con liqui” y, de esta manera, el del blue.
La cuestión de por cuánto tiempo se logrará mantener esa tendencia de brecha “contenida” es una de laspreguntas clave de este momento.