jueves, 31 de octubre de 2013

La FAA volverá a la carga el 20 de noviembre con una protesta multisectorial


Es para presionar al gobierno a ejercer un cambio en las políticas del modelo económico que eleve la rentabilidad de las empresas agropecuarias.
El miércoles 30 de octubre se reunió en Rosario el Consejo Directivo Central de la Federación Agraria Argentina. Directores federados de todo el país, que comenzaron el encuentro celebrando un homenaje a los treinta años de la recuperación democrática, analizaron la situación del sector y debatieron sobre las perspectivas para los pequeños y medianos productores en la próxima etapa. 

“Las elecciones del último domingo mostraron a siete de cada diez ciudadanos votando por candidatos que no eran del kirchnerismo. Esto significa que la enorme mayoría de los argentinos pide un cambio de rumbo”, aseguraron los directores federados. 

La observación puede ampliarse a otras fuerzas políticas siguiendo el mismo razonamiento federado que arroja resultados similares, es decir que las mayorías absolutas de los argentinos rechazaron con el mismo vigor las demás propuestas políticas. 

Por ejemplo, la UCR, los socialistas y otros aliados (FAP) obtuvieron un 21% de respaldo a nivel nacional, de ello resulta (con el método FAA) que el 79% de la población argentina rechaza las propuestas políticas de ese frente electoralista.

El macrismo que encabeza el Jefe de Gobierno porteño -con candidatos en provincias de la región pampeana -Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, Buenos Aires con el massismo, y Mendoza, Salta, etc.- obtuvo el 9% de los votos en todo el país. De ese porcentaje surge que el 91% de los ciudadanos no está de acuerdo con las propuestas políticas del Pro, siempre siguiendo el razonamiento de la entidad que preside Eduardo Buzzi.

Incluso se lleva a la provincia de Buenos Aires el método federado para medir oposiciones, las urnas indican con claridad meridiana que algo más del 56% de los bonaerenses se propusieron que el intendente de Tigre, Sergio Massa, no llegara a la Cámara de Diputados. En Santa Fe, el 58% no está de acuerdo con el proyecto del FAP, mientras que el 73% de los votantes rechaza la propuesta del Pro en la representación de Miguel Del Sel.

En Entre Ríos, donde logró entrar al Senado el candidato macrista Alfredo De Ángeli, la propuesta del emblemático dirigente de la FAA fue ampliamente descartada por sus comprovincianos. Allí casi las tres cuartas partes de los entrerrianos (74%) no quisieron que el federado los representara en el Senado, pero no pudieron impedirlo.

Los federados se basan en la interpretación del “no voto” para reclamar un cambio en la política sectorial. Su lectura de las urnas concluye que la ciudadanía acompaña los reclamos que sus dirigentes vienen formulando “hace varios años, cuestionando un esquema productivo que beneficia a las grandes empresas mientras se condena a la desaparición a los pequeños productores y se castiga a millones de consumidores”.

Los federados anunciaron además que realizarán una marcha de protesta el próximo 20 de noviembre “con los perdedores del modelo” que son las “centrales obreras y organizaciones sociales”. No mencionan los federados a la Sociedad Rural Argentina ni a CRA, por ejemplo, que junto con la FAA también son entidades empresarias con las que también luchan “codo a codo” para mejorar su rentabilidad.

martes, 29 de octubre de 2013

Tensión en la Provincia: Scioli no logra definir el aumento del Impuesto Inmobiliario


El equipo económico de Daniel Scioli no logra definir el porcentaje del aumento en el Impuesto Inmobiliario. Hubo reuniones ayer y hoy durante toda la tarde. La estrategia será adecuar la base imponible, pero el Gobernador no quiere que la suba supere el 20%. Sus asesores le piden que de mínima se aumente el 40%.
El grupo económico de Daniel Scioli se reunió hoy para avanzar en los delineamientos del presupuesto 2014. Si bien los trazos generales del cálculo de gastos están definidos, todavía no hay un acuerdo final sobre el ajuste que se aplicará en el Impuesto Inmobiliario.
Los números no cierran y en el ministerio de Economía hubo reuniones durante toda la tarde. El debate -con tensiones incluidas- pasan por definir el porcentaje de aumento en la base imponible del Impuesto Inmobiliario. Según trascendió, para lograr un presupuesto balanceado, es necesario aplicar un aumento del 40 en ese coeficiente. Sin embargo, el propio Daniel Scioli no quiere subirlo más del 20%.
Para evitar cuestionamientos por un impuestazo, el mecanismo utilizado por la administración Scioli es el de incrementar la recaudación sin mover las alícuotas y los valores fiscales. “No hay margen para mayor presión tributaria”, repiten fuentes del gobierno provincial. La idea entonces es realizar retoques en las bases imponibles. Eso permitirá actualizar los impuestos al patrimonio siguiendo la evolución de la inflación.
Esta decisión comprenderá también al Impuesto Inmobiliario Rural que paga el campo. De hecho, entidades agropecuarias ya anticiparon su rechazo a una medida de este tipo y hasta amenazaron con protestas.
Se espera que tanto el presupuesto como la ley impositiva sean girados en las próximas horas a la Legislatura (ingresará por al Cámara Baja) aunque la complejidad para definir el aumento en el Impuesto Inmobiliario podría retrasarlo a los últimos días de esta semana.
Se sabe que el nivel de gastos rondará los $183.000 millones, lo que implica cerca de un 30% más que el presupuesto para el actual ejercicio.
Sumarán 6.000 policías
El proyecto de presupuesto para 2014 contempla la creación de al menos 6.000 cargos que serán destinados al ministerio de Seguridad. Se trata, en rigor, de reservar las vacantes para ese número de cadetes que egresarán a fin del próximo año de las distintas escuelas de policía y que pasarán a engrosar las filas de la Bonaerense.
Así, Scioli resolvió ampliar las designaciones en el ministerio que conduce Alejandro Granados, en sintonía con los reclamos del ministro que había planteó la necesidad de contar con al menos 100 mil efectivos -entre policías y fuerzas federales- abocados al combate del delito en la Provincia.
Pero además, según trascendió, el proyecto incluiría la creación de otros 5.000 cargos, varios de los cuales tendrán como destino el ministerio de Salud.
Tiempos ajustados
Los tiempos se acortan. Daniel Scioli tiene que dar el visto bueno al proyecto para ser girado a la Legislatura esta misma semana. La idea del Gobernador es que esta iniciativa se apruebe en ambas cámaras antes del 10 de diciembre, cuando asuman los nuevos legisladores.
El problema, explican, es que con la nueva conformación parlamentaria será más complejo conseguir los dos tercios necesarios para aprobar un nuevo endeudamiento. Principalmente en el Senado.
Como sea, el oficialismo comenzará en los próximos días una ardua negociación. Los bloques del radicalismo y el Frente Amplio Progresista ya condicionaron su voto a la inclusión de una partida especial de $2.000 millones afectados a asistencia financiera para los vecinos damnificados por la trágica inundación del 2 de abril pasado en La Plata.
Desde el massismo también marcaron la cancha. “No vamos a tocar el bolsillo de los bonaerenses”, aseguró el titular del bloque de diputados del Frente Renovador, Rubén Eslaiman. Como propuesta, el hombre de Massa planteó “recortar gastos superfluos en lugar de subir desproporcionadamente los impuestos”.
“Nosotros preferimos no tener recitales ni publicidad en toda la Provincia, a cambio de no exponer al vecino a que pague un 40 % más de impuestos”, sostuvo Eslaiman.

Massa conducción: ¿ganó por ser opositor o por convencer de que él podrá arreglar el modelo K?


Analistas advierten que no debe confundirse la derrota oficialista con una demanda de cambios drásticos en la economía. Más bien, buena parte de los votantes pide el retorno de la versión más “virtuosa” de los pilares kirchneristas. Massa, candidato para el service.
Como en los vestuarios de los equipos derrotados, en el Gobierno empiezan los reproches y los pases de facturas que no pueden ventilarse a la vista de la hinchada.
El mensaje oficial fue que el kirchnerismo sigue siendo la primera fuerza política del país, que no hay que dramatizar una pérdida de votos en una elección legislativa y que retener un 32% de las adhesiones luego de una década en el poder no es una señal de debilidad sino una demostración de fortaleza.
De hecho, todos esos datos son parte de la verdad, algo que fue reconocido por los politólogos. Pero no alcanza para festejar.
Por eso empezó la búsqueda de culpables y traiciones varias. El vicegobernador de Buenos Aires, Gabriel Mariotto, fue uno de los que no se preocupó por criticar en voz baja y puso el dedo en la llaga: admitió abiertamente que hubo una derrota dura y, además, endilgó ese revés a una campaña de comunicación que renunció a la identidad K.
“Es necesario decir que se perdió porque no se puede reconstruir lo que se niega”, afirmó el “enemigo íntimo” del gobernador Daniel Scioli. Y advirtió: “El pueblo nos ha puesto una luz amarilla”.
Desde su programa radial, Mariotto fue uno de los primeros en buscar una interpretación a la derrota kirchnerista en el principal bastión electoral del país: “Fue una campaña muy vacía de contenido, en donde se apeló más a slogans casi personales y no se puso en palabras ni los diez años de transformación ni hacia dónde vamos. Asimilarnos a la estética del adversario es darle la razón al adversario”.
El tema que observa Mariotto será, seguramente, uno de los grandes ítems de debate en el Gobierno: ¿fue un error abandonar el ácido slogan “En la vida hay que elegir” y toda su connotación de antinomia, para adoptar unacomunicación que hacía “espejo” sobre el discurso de Massa?
En estas horas, las urnas parecen darle la razón a aquellos que cultivan el estilo más “puro” dentro deluniverso K y que se resisten a diluir el discurso con el mensaje de la armonía.
También parece ser el momento de la revancha para quienes habían criticado en voz baja la andanada demedidas que adoptó el Gobierno luego de las primarias de agosto, en una movida que no sólo no le sirvió para recuperar votos sino que hasta tuvo un efecto boomerang, porque se leyó como una estrategia oportunista.
Y, para peor, hasta complicó las cuentas fiscales, como resultó con el caso del alivio en el Impuesto a las Ganancias, un punto en el cual el kirchnerismo sufrió una derrota conceptual: debió tragarse en tiempo récord suargumento de que ese tributo alcanzaba a la minoría con más altos salarios y que cualquier modificación resultaría socialmente injusta, porque pondría en riesgo el mantenimiento de los planes sociales.
Como señala Marcos Novaro, director del Centro de Investigaciones Políticas, “uno de los más serios problemas que puede enfrentar un gobierno en retirada es que todo lo que ceda y corrija sea presentado como un logro no de él sino de sus adversarios“.
Los analistas más lúcidos del propio kirchnerismo se dieron cuenta que esto, además de parecer contradictorio, ni siquiera dejaría el consuelo de traer rédito electoral.
El politólogo Artemio López ya había propuesto “dejar de mirar tanto a los sectores medios y a la opinión pública, y mirar más a las demandas de los sectores populares, que fueron históricamente más fieles”.
El analista Gerardo Fernández había planteado que “la medida, además de que a esta altura de los acontecimientos no es redituable en votos, favorece a la crema de los asalariados que nos detestan”.
¿Perdió el modelo o el relato?
Todas estas críticas, las que hacen a la forma y al fondo -al estilo de la campaña y a las medidas económicas del Gobierno- sintetizan la madre de todas las preguntas para el kirchnerismo: ¿Qué fue exactamente lo que rechazó la gente: el “relato” o el “modelo” propiamente dicho? ¿O ambas cosas?
Y, en todo caso, si hay un rechazo a todo, ¿por qué al suavizar el discurso y al poner dinero en los bolsillos de la clase media ($4.500 millones) no dio la respuesta esperada? ¿No era que si había desempleo bajo y consumo alto, el electorado siempre apoyaría al oficialismo?
He aquí la gran novedad que dejó esta elección legislativa: hay una etapa en la cual la población puede consumir y, al mismo tiempo, votar a la oposición. Viajar al exterior como en los mejores momentos de la “plata dulce” y, simultáneamente, criticar la política cambiaria. Batir récords de compra de autos y, no obstante, decir que no tolera más el ritmo inflacionario.
El kirchnerismo se está enfrentando a una triste realidad: el otrora mágico “relato” llegó a su límite. Lo “corren por izquierda” con temas como los accidentes ferroviarios y el trato de YPF con Chevron.
Y suena poco convincente cuando toma temas históricos “de derecha” como la inseguridad. Todo un dilema que, como quedó demostrado, el estilo “moderado” de Scioli no logró resolver.
En la campaña, los analistas ya habían advertido que Sergio Massa había inaugurado un nuevo período decomunicación “light”, que algunos no vacilaban en asimilar a la demagogia (Ver nota:“La era de la política light”).
Así lo describe el economista Eduardo Levy Yeyati: “El político new age no es un estafador, ni un accidente, ni la semilla del fin de la política, sino una creación colectiva, un emergente de sus votantes, la proyección de nuestros temores y deseos. El new age es lo que se vota en la antesala del pos-kirchnerismo“.
Y la socióloga Beatriz Sarlo, que se declaró “asustada con los líderes post-políticos que hay hoy”, refiriéndose a Massa, afirmaba: “Da lo que la gente quiere escuchar. No es él el que propone. Dice la música del momento, el hit. La gente ordena y tiene el discurso del demagogo”.
El debate sobre si este estilo es bueno o malo puede ser infinito. Pero lo que no deja dudas es que a Massa le dio buen resultado en las urnas.
Candidato para hacer el “service”
Scioli podrá preguntarse por qué a él no le resultó bien adoptar el estilo de “buena onda” y la ambigüedad dedecir que se quiere mantener lo bueno corregir lo malo.
Tal vez la respuesta la tengan los mismos kirchneristas que criticaron el tono de su campaña: no debe confundirseel triunfo de Massa con un pedido de “cambio de modelo”.
Como observa Sergio Berensztein, director de la consultora Poliarquía: “En realidad, muchos de los que habían votado a Cristina en 2011 no lo habían hecho por un convencimiento militante, sino por la economía“.
“Y ese voto -agrega- luego del cepo cambiario, luego de la confrontación discursiva, del ‘vamos por todo’, de los escándalos de corrupción, del accidente ferroviario de estación Once… generó un clima en el cual mucha gente dijo ‘yo no había votado esto, yo voté más de lo mismo’”.
En ese marco, lo que ocurrió el domingo fue una elección extraña, en la cual Massa era un opositor de quien todo el mundo sospechaba que era un kirchnerista “reformado”, mientras Scioli es percibido como un oficialista que sobreactúa su adhesión al modelo, pero en realidad es un “opositor infiltrado”.
En esa batalla está claro que no ganó el que más se opuso al modelo, sino quien pudo posicionarse como el que le podría hacer el “mejor service” para que continúe funcionando.
La oposición frontal a ese modelo fue representada por Francisco de Narváez, quien vio reducido su apoyo a un nivel mínimo y demostró que equivocó el diagnóstico sobre cuál había sido el mensaje de los “cacerolazos”.
En cambio, Massa acertó al afirmar que no buscaría cambios radicales.
Y dio un mensaje fuerte al incorporar personajes que representan la “época dorada” del modelo K, como Miguel Peirano, Alberto Fernández y Roberto Lavagna.
Como afirma el agudo analista Jorge Asis: “Lo que Massa muestra hasta hoy a la sociedad, en la práctica, es una condición de ex cristinista, oportunamente independizado, abierto y presentable. Una especie de kirchnerista disidente. Prolijo. Sin desmesuras ni desmanes”.
En definitiva, Massa fue quien comprendió que no había que proclamar la muerte del “modelo”, sino la necesidad de que éste entrara en el taller, porque en manos del kirchnerismo podía romperse.
A fin de cuentas, señalan analistas, ¿quién quiere hoy en la Argentina votar a alguien que tenga en su plan de gobierno una moderación salarial, un aumento de tarifas de los servicios públicos, una brusca corrección cambiaria, un congelamiento en las vacantes del empleo estatal y un recorte duro del gasto público?
“La sociedad no está demandando austeridad. El tema es que en la Argentina lo que no hay todavía es un consenso por la estabilidad”, analiza Berensztein.
Para este politólogo, el estado de la opinión pública siempre se explica por la crisis más reciente. Eso fue lo que hizo que en los ’90 haya habido un consenso para implantar un plan estabilizador que alejase el fantasma de la hiperinflación. Y luego del 2001 que se adoptara una política pro-empleo, aunque el precio a pagar fuera una economía cerrada.
“Hay un sector que se da cuenta de que el modelo tiene problemas de sustentabilidad, porque no fomenta la productividad ni la inversión ni el ahorro, pero es un sector minoritario. Solamente una crisis haría cambiar el consenso, y hasta ahora esa crisis no se ha producido. Mientras tanto, no va a haber espacio para unprograma de austeridad con apoyo social”, señala Berensztein.
Es claro que Massa hizo el diagnóstico correcto. Por más que su frase haya sido objeto de mofas, dijo lo quetodos querían escuchar: que es necesario preservar lo bueno -el alto consumo, los subsidios- y corregir lo malo -la inflación, el cepo cambiario-.
Y, para transmitir este mensaje, usó armas kirchneristas. Como afirma Asis, “se mostró como la fotocopia de Scioli”.
Lo cual viene a confirmar a los analistas que aseguran que, para ganarle a un oponente, hay que parecérsele y tomar parte de su discurso.
“Siempre decimos que todo discurso con vocación hegemónica debe incluir y superar a aquel (discurso) al que intenta desplazar y esto es uno de los fundamentals del posicionamiento marcario de Massa, aun cuando intercambió nutrido fuego con el gobierno nacional”, afirma Rubén Weinsteiner, destacan en comunicación política.
Y, para confirmar su presunción, asegura que sólo uno de cada diez electores del intendente de Tigre justificó su voto por el perfil opositor, mientras que la mayoría destacó sus cualidades en la gestión.
“Es decir que una parte importante de los votantes piensa que es algo así como un ‘post kirchnerismo’”, agrega.
Este es el panorama post-legislativas: un kirchnerismo que, derrotado, se verá tentado a pensar que la solución pasa por volver a las raíces y “profundizar el modelo”, mientras que Massa seguirá enviando el mensaje de queél es quien está mejor capacitado para que ese modelo vuelva a funcionar correctamente.

Ruralismo ya presiona a la oposición para que elimine normas “anti campo”


El presidente de la Sociedad Rural Argentina dio el puntapié inicial para que la oposición política modifique drásticamente la política para el sector agropecuario. En la Mesa donde votó Etchevehere en la ciudad de Paraná el kirchnerismo ganó por el 60%.
Al salir del cuarto oscuro de la mesa 167 en la ciudad de Paraná, Entre Ríos, el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Luis Etchevehere, lanzó el primer reclamo al “nuevo Congreso” que asumirá en diciembre próximo.

En el lugar donde votó el dirigente ruralista, su colega federado Alfredo De Ángeli sacó un 28% de los votos muy lejos del kirchnerismo que arrasó con el 60,43% de los sufragios a senador, y le permitió alzarse con las dos bancas a la Cámara alta. 

Pero Etchevehere miró más entusiasta la provincia de Buenos Aires que fue el eje de la atención del mundillo del “círculo rojo”, donde el Frente Renovador ganó con contundencia. El entusiasmo del ruralista no se hizo esperar, por eso ya reclama cambios drásticos que favorezcan la rentabilidad de los empresarios que representa.

El presidente de la SRA, declaró a los medios locales que espera que el próximo Congreso “cambie todas aquellas normas y regulaciones que perjudican al campo, aplicadas por el gobierno en los últimos diez años. Lo que está claro es que la política del kirchnerismo con el sector agropecuario, fracasó”.

Etchevehere aseguró que la empresa agropecuaria “tiene que cobrar el precio lleno por su producto, como ocurre en otros lugares de América latina, como Brasil, Paraguay, Uruguay, para incentivarlo a producir más y mejor. La producción está estancada por las retenciones, por los diferentes tipos de dólar, la inflación y los mercados, entre otras cuestiones”, diagnosticó.

Etechevehere cree que para cambiar la realidad que le siente mejor al sector que representa “hay que dejar de lado estas políticas e imitar lo que hacen los países vecinos, donde los productores reciben el precio lleno por su producto. Si esto ocurre, Argentina tendrá más granos y como consecuencia, ingresarán más divisas. El campo ayudará otra vez a que el país se desarrolle, con inclusión social y para toda la economía en general, y hará no que haya ganadores y perdedores, como hasta ahora”.

El ruralista sostuvo además que la ciudadanía espera “un cambio de políticas porque no quiere este estado de confrontación, el aislamiento del mundo y la lógica de que si no se está con el gobierno, se es enemigo de él. Argentina quiere diálogo, inclusión y armonía. Estamos seguros que a partir de una nueva conformación en el Congreso, la realidad puede cambiar”, se esperanzó.

Se largó la carrera 2015: Massa y la paradoja de ser opositor y tener que convocar a la tropa K


El llamado a sumarse a su partido sin preguntarle a nadie de dónde viene, da el puntapié inicial para el armado de la campaña con aparato peronista. En la vereda opuesta, Scioli aparece como el gran derrotado y corre el riesgo de perder apoyo Kirchnerista.
Como se estilaba en los tiempos de la monarquía cuando moría un rey y automáticamente se entronizaba a su heredero, podría decirse que la frase que sintetiza lo ocurrido en la elección de ayer es: “El peronismo ha muerto, viva el peronismo”.
En las próximas horas, los politólogos y dirigentes partidarios desarrollarán sus teorías respecto de si la gente optó por un “voto castigo” o si, más bien, quiere seguir con el modelo pero en manos más confiables.
Si lo que rechazó fue la política de Cristina Kirchner y su “relato” ideologizado y confrontativo, o si demostró su malestar con las gestiones provinciales, empezando por la de Daniel Scioli en Buenos Aires.
Lo cierto es que, cualquiera sea el análisis, la conclusión es la misma: en la “pole position” para la carrera presidencial de 2015, la fuerza mejor posicionada es un frente peronista en el cual los principales dirigentes han sido parte importante de la década kirchnerista.
Sergio Massa debe estar pensando que su fórmula de campaña probó ser la correcta: nada de confrontar, siempre proclamar que hay que conservar lo bueno y corregir lo malo y mostrarse dispuesto a recibir a quien se quiera sumar, venga de donde venga.
Este último punto, sobre todo, fue clave en la formación de su nueva fuerza política. Y será más importante en los próximos días, cuando se abra el “libro de pases” de quienes estén preocupados por cumplir la gran máxima de todo peronista: conservar el poder a rajatabla.
Las urnas dejaron un mensaje entrelíneas que va más allá de cuántos diputados y senadores tuvo cada fuerza. Ese mensaje se resume en dos palabras: “Massa conducción”.
Era, en definitiva, lo que había que confirmar, y se confirmó.
Hasta el momento de votar, los dirigentes peronistas tenían fresco en su recuerdo el discurso que había pronunciadoCristina Kirchner la noche de las primarias de agosto.
Estaba presente su advertencia en el sentido de no encandilarse con las nuevas estrellas y su recordatorio sobre lo que había pasado con Francisco de Narváez en 2009, cuya imagen política se diluyó luego del triunfo.

El mensaje,
 por supuesto, no era para el exterior sino para la interna peronista: no había que apresurarse a los realineamientos y a la tentación de irse con Massa, porque no estaba dicha la última palabra y el kirchnerismo siempre resurgió cuando lo daban por derrotado.
Esa arenga abrió una expectativa, en el sentido de si con algunas medidas populistas en lo económico y algúnajuste en la comunicación de la campaña, se podría achicar la distancia entre Martín Insaurralde y Massa. Y así poder argumentar que el “proyecto nacional y popular” seguía teniendo una base de apoyo político.
Pero muchas cosas cambiaron desde aquel momento.
Primero, porque quedó en claro que las medidas económicas -como el alivio en el impuesto a las Ganancias- eran tardías y además no podían mover el amperímetro electoral, ya que era un beneficio dirigido a un sector social que ya tenía decidido no votar al kirchnerismo.
Y segundo, claro, por el quebranto de salud de la Presidenta, que corrió el protagonismo de la campaña hacia la figura de Daniel Scioli, lo cual introdujo una situación novedosa: la contienda entre un opositor al que acusan de ser kirchnerista disfrazado y un kirchnerista al que acusan de opositor infiltrado.
Dos moderados que proclamaron que había que mantener lo bueno del modelo, pero corrigiendo la inflación y combatiendo al delito. Sin ahondar demasiado en si ese objetivo implicará recortar el gasto público, corregir el tipo de cambio, aumentar las tarifas de los servicios y asumir más deuda soberana.
Una convocatoria que no pide currículum
El resultado de ayer demostró quién es la figura a la que el electorado considera mejor posicionada para ser“tutor” del modelo.
“Massa comenzó buscando los votos desencantados del kirchnerismo, para después pasar a sumar el de los opositores sin perder los primeros. Terminó centrando sus críticas en la inseguridad y la inflación, que son dos fracasos del Gobierno Nacional para la opinión pública. El sector que le criticaba haber sido oficialista lo haterminado votando en gran medida, al verlo como la única opción eficaz para derrotar al oficialismo”, analiza el politólogo Rosendo Fraga.
Y destaca que el tigrense tuvo un acierto clave en el tono de la comunicación: “La política es cada vez más gestual y menos discursiva y ello es un fenómeno global. Posiblemente Massa sea quien mejor desempeña lapolítica de gestos en lugar de la política de discurso“.
También tomaron nota de ello, antes que nadie, los dirigentes peronistas.
En consecuencia, es de esperar que el “período de pases” de dirigentes kirchneristas hacia la agrupación deMassa, que había empezado con discreción y bajo perfil, ahora se hará desembozadamente y a la luz del día.
Massa favorecerá ese traspaso, y ya demostró que no rechazará a quienes tengan un pasado kirchnerista. De hecho, reservó este punto para el cierre de su discurso: habrá una convocatoria amplia y no se le preguntará a nadie de dónde viene.
El ámbito donde Massa tendrá que librar su nueva batalla política es en la arena parlamentaria, un ámbito desconocido para él, que ha forjado su carrera desde el sillón de la intendencia de Tigre.
Su discurso de anoche estuvo centrado en el “programa de gobierno” que empezará a impulsar desde la banca de diputado, donde nuevamente enfatizó la necesidad de evitar las antinomias características del kirchnerismo y evitó definiciones concretas sobre las urgentes medidas que habrá que adoptar en el plano económico.
Scioli, el gran derrotado
Mientras caía papel picado sobre el bunker de Massa, en la vereda opuesta los candidatos y funcionarios oficialistas hacían su mejor esfuerzo por disimular el ambiente de derrota.
Algunos lo lograron con más convicción que otros, como el vicepresidente Amado Boudou, a quien se veía contento por el impensado protagonismo y su oportunidad de reconfirmar su lealtad a la Presidenta. A su lado, la cara deScioli contrastaba fuertemente con el entusiasmo oficial.
El gobernador bonaerense fue el gran derrotado de la jornada. Tanto que su propio proyecto político personal está ahora en un cono de dudas.
Había sido el primero en anunciar su voluntad de candidatearse en las presidenciales de 2015, algo que le valió laenemistad de los sectores más leales a Cristina cuando todavía se especulaba con la posibilidad de una re-reelección.
Ahora, luego de una tregua con la Presidenta, debió ponerse al hombro la campaña, buscando algo difícil: conciliar la defensa de la gestión kirchnerista pero con la suficiente moderación y apertura como para reconocer que era necesario corregir errores en la economía y en la lucha contra la delincuencia.
Era claro que no podía ganar, pero cualquier resultado que implicara mejorar las distancias de Insaurralderespecto de Massa podrían implicar una victoria personal de Scioli.
“Si el resultado de Insaurralde hubiese sido aceptable, entonces Scioli podría mostrarlo como una victoria personal. Porque quedaría en evidencia que al oficialismo le va mejor cuando expone a sus dirigentes más componedores y esconde a sus elementos más irritantes, como Moreno, los dirigentes de La Cámpora o Hebe de Bonafini”, razona Alejandro Corbacho, docente de ciencias políticas de la Ucema.
Pero la estrategia se mostró errónea: no logró retener a quienes habían votado a Cristina en 2011 y ahora estándemandando un cambio. Pero además irritó al kirchnerismo más duro.
A Scioli le esperan días difíciles. Como deja en claro Artemio López, el politólogo más cercano al kirchnerismo, se viene una guerra de interpretaciones donde el gobernador tiene altas chances de ser etiquetado como “padre de la derrota”.
“El kirchnerismo sale ganando, porque va a ser la primera fuerza nacional, mientras la oposición aparece atomizada. Es la octava elección que gana el frente para la Victoria, y con esto Cristina se retira invicta“, analiza López.
En contraste, su visión sobre Scioli es claramente negativa: “Tiene una derrota importante en la provincia. Él es quien gobierna desde hace dos períodos y no pudo asegurar un triunfo, tiene un problema político muy fuerte con los intendentes que se le van con Massa”.
El mensaje es claro: allí donde el kirchnerismo gana -aunque sea con menos porcentaje de votos que hace dos años- es por mérito de Cristina; y en la provincia de Buenos Aires, se pierde por culpa de Scioli.
La conclusión de López ni siquiera necesitó ver el resultado del domingo: “Scioli ya no es la figura política de laprovincia, no deja una buena base, y sus problemas con los intendentes hacen que se haya puesto en duda su legitimidad. Lo que queda a simple vista es que ha perdido su calidad de candidato natural”.
Curiosamente, esta visión es compartida por el comando de campaña de Massa. En medio del festejo, Felipe Solá dejó en claro que el millón de votos de ventaja que el Frente Renovador sacó sobre el oficialismo no debe ser interpretado apenas como un rechazo a la política de Cristina a nivel nacional, sino como una fuerte crítica a lagestión de Scioli en la provincia.
¿Por qué el “massismo” se muestra interesado en pegarlo al más moderado de los kirchneristas? Es aún temprano para interpretarlo, pero puede suponerse que Massa ya considera que le sería más fácil competir con unkirchnerista “duro” antes que con Scioli, cuyo estilo es demasiado parecido al suyo.
“Los discursos de ambos se asemejan mucho. Al fin y al cabo, el discurso del gobernador es muy parecido: ya dijo que el Gobierno fracasó con la inflación y hay que pasar del crecimiento al desarrollo, que es algo muy de Lavagna”, afirma Marcos Novaro, director del Centro de Investigaciones Políticas.
Para este analista, ambos dirigentes apuntan al mismo público: “La misma zona gris donde están esos votantes que creen que las cosas están mal pero que también podrían estar mucho peor”.
En este sentido, Massa puede ser uno de los más interesados en que Cristina impulse una candidatura alternativa con alguien que cultive el “relato” en su versión pura y sin diluir.
Massa es parecido en parte a Macri y en parte a Scioli. Y depende de otros por el lado de la negativa, necesita que destruyan y fracasen, para que pueda seguir posicionándose como la mejor opción“, observa Novaro.
Lo cierto es que la carrera para la sucesión presidencial ya empezó. Las urnas dijeron quiénes son los que pueden aspirar a la sucesión, pero está claro que hay otro gran protagonista que incidirá de manera sustancial en esa carrera: Cristina Kirchner.
Es la gran incógnita de estas horas: cuál será la interpretación que la Presidencia hará sobre el mal resultado kirchnerista en la votación. Y qué tan dispuesta se encuentra a tomar medidas impopulares para corregir las distorsiones de la economía.
De ello dependerán muchas cosas: el clima social, la marcha de la economía y la aceleración de los tiempos políticos.