Sergio Massa vino a España a vender futuro, pero a 10.000 kilómetros el presente no para de moverse. La pantallita del celular le muestra una novedad tras otra al hombre que el mes pasado derrotó al kirchnerismo en Buenos Aires: juran ministros, cae Guillermo Moreno, hay convocatorias al diálogo, conferencias de prensa a cada rato, promesas de medidas? El Gobierno se adueñó del tablero político.
"Yo voy a creer que hay un cambio verdadero el día que ataquen de frente la inflación ", dice Massa en una entrevista con RMN en el café del lujoso hotel del Paseo de la Castellana, donde se aloja desde el miércoles. Añade que casi todo lo que vio hasta ahora son "parches". Elige las palabras con cautela, como si hablara en puntas de pie. Prefiere mostrarse escéptico antes que un opositor furioso; no quiere blanquear su plan presidencial, pero tampoco alimentar dudas sobre su ambición.
Al nuevo jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, lo elogia, pero no anticipa qué haría si lo citara para dialogar. Al ministro de Economía, Axel Kicillof, pide no prejuzgarlo: le aconseja que retome el diálogo con los organismos de crédito y que ofrezca "reglas claras" a los inversores. La misma receta que presentó él en su gira por algunos de los principales despachos del poder político y económico español.
-El Gobierno cambió. Ahora los ministros dan conferencias de prensa, pregonan el diálogo, hablan de una nueva etapa. ¿Les cree?
-Era imprescindible que la Presidenta reaccionara al mensaje del 27 de octubre. La gente expresó su preocupación por la inseguridad, la inflación, el narcotráfico, les dijo basta a las divisiones. Ahora, yo voy a creer que hay un cambio verdadero el día que ataquen de frente la inflación.
¿Y cómo la enfrentaría usted?
-La semana que viene vamos a presentar un paquete de propuestas en el Congreso.
-¿Una medida?
-Primero, la autarquía del Indec. Segundo, para recuperar dólares, la reconstrucción de la relación con los organismos multilaterales de crédito, por lo menos para tener flujo de fondos con los créditos que la Argentina ya tiene vigentes.
O sea, ¿abrirle la puerta al FMI para que audite la economía?
-Antes que eso, lo primero es sentarse a la mesa y dialogar. La Argentina debe tener una relación seria con los multilaterales.
¿Imagina a Kicillof tomando ese camino?
-No quiero prejuzgar. Ojalá fuera para ahí. Sin vínculo con los organismos, ¿cómo vamos a recuperar márgenes de inversión? Tenemos en promedio un sexto de la tasa de inversión que tienen los países de la región. Y eso se debe a la falta de confianza que despierta nuestra economía; a que no ofrecemos reglas claras, previsibilidad.
¿Cómo se arregla la sequía de divisas?
-En principio hay un buen dato, que es la recuperación de la autoridad monetaria. La llegada al Central de alguien como [Juan Carlos] Fábrega, que conoce el sistema financiero, es positiva. La pérdida de rigor profesional tras la salida de Martín Redrado precipitó lo que estamos viviendo.
El Gobierno analiza opciones: desdoblamiento cambiario, cupos para el uso de tarjetas en el exterior, más impuestos a bienes suntuarios?
-Todo eso es parche y la falta de dólares no se arregla con parches. Lo que necesitamos es recuperar paradigmas, como eran el superávit fiscal y comercial, la política de acumulación de reservas, la independencia del Central.
Capitanich aparece como el nuevo hombre fuerte del Gobierno. ¿Le salió un competidor para 2015?
-Creo que Capitanich tiene experiencia. Ha demostrado -como viceministro de Acción Social de Menem, como jefe de Gabinete de Duhalde, como gobernador de Chaco- que puede destacarse como gestor. Sus posibilidades dependerán del manejo que tenga, de la autonomía que le den y del contexto político.
¿Cree que Cristina lo eligió como candidato a la sucesión?
-Indudablemente pasa a tener un lugar destacado en la política nacional y cualquiera podría suponer que entró en la carrera. Pero falta demasiado.
¿Cómo queda Scioli, que apostó a ser el delfín?
-Él tiene la responsabilidad de gobernar la provincia más grande de la Argentina. Es responsable de la seguridad, de que empiecen las clases en marzo, de que los hospitales funcionen. Debe concentrarse en eso.
Pero tiene un proyecto 2015?
-Lo tendrá que discutir en el ámbito del oficialismo. Con Sergio Urribarri, con Capitanich, con todos los que tienen ambición dentro del kirchnerismo.
¿Descarta la posibilidad de disputar una candidatura única con los otros sectores peronistas, usando las PASO por ejemplo?
-Nosotros elegimos construir una alternativa política con un signo fundamental que es la pluralidad. Pero insisto en que antes de 2015 hay que pasar 2014, un año lleno de desafíos para el país.
Este viaje a España tiene todas las características de la presentación ante el mundo de alguien que quiere ser presidente. Habrá notado esa expectativa, al menos.
-Sí, me llamó mucho la atención la valoración que hay sobre el triunfo que tuvimos en Buenos Aires y sobre la aparición de esta nueva fuerza.
Se vio con empresarios españoles de primera línea, ¿qué le dicen sobre la situación argentina?
-Que quieren que haya un vínculo permanente con la Argentina. Que ninguna disputa comercial debería empañar la relación. España siente que puede ser la puerta de la Argentina a Europa y nosotros deberíamos aprovechar ese beneficio.
Le habrán sacado en todas las reuniones el caso YPF y la expropiación a Repsol?
-Y a todos les digo lo mismo: el diálogo permite construir soluciones. Hay que sentarse y hablar.
Pasó el triunfo electoral, está por jurar como diputado. ¿Cómo se hace desde una minoría en el Congreso para no defraudar las expectativas de los votantes? Ya pasó otras veces que el Gobierno mostró a los opositores como impotentes, les quitó todo protagonismo.
-Nosotros construimos una fuerza política en poco tiempo, ganamos las elecciones y vamos a trabajar a partir de la elaboración de propuestas serias, de mostrar alternativas para el futuro. Si en Buenos Aires, por ejemplo, hay policía municipal en los próximos años, habremos cumplido con la expectativa.
Si sale, sería una bandera de Scioli?
-Nuestro frente lo propuso como la mejor salida para la inseguridad. Si sale, mejor. La gente sabrá que eso fue lo que prometimos en la campaña. Es como lo que pasó con la asignación universal, que surgió de la oposición?
Pero nadie se acuerda, lo capitaliza el kirchnerismo desde hace años.
-Hay que terminar con esa mezquindad. La gente fue a votar el 27 y la asignación universal ya era un derecho adquirido. El problema que tuvieron los opositores en otros momentos fue que no supieron comunicar qué estaban haciendo por la gente.
El Gobierno, como hizo en otros momentos de debilidad, convoca a un proceso de diálogo. ¿Le genera expectativas?
-Si hay voluntad de diálogo lo mejor es formalizarlo. Por eso vamos a proponer la creación de un consejo económico y social, integrado por el Estado, las distintas fuerzas políticas, los sindicatos, los empresarios. Terminemos con la discusión sobre si el Gobierno convoca por debilidad, por interés o lo que sea. Tengamos un instrumento de diálogo permanente que no esté sujeto a la especulación política.
Si lo llama Capitanich, ¿va?
-Lo discutiría en la mesa del Frente Renovador. Si uno pregona el diálogo debe ser consecuente, pero se debe respetar la identidad de cada uno, las ideas diferentes.
-¿Pero va?
(Sonríe) -Ya contesté.
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